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Joaquín Sorolla viaja de nuevo a San Sebastián dentro de las actividades conmemorativas del centenario de su muerte en Cercedilla (Madrid) el 10 de agosto. Con el fin de exponer un conjunto de obras del gran pintor valenciano en los lugares donde fueron realizadas, el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla han programado una serie de exposiciones con el título "Sorolla. Viajar para pintar". La exposición de Donostia, organizada en colaboración con el Museo San Telmo, es la primera de este proyecto. Su finalidad es que las obras puedan ser vistas en el mismo lugar donde fueron creadas.
"Enmarcado en la programación oficial del Centenario del fallecimiento de Joaquín Sorolla y Bastida (1863-1923), el Museo Sorolla y la Fundación Museo Sorolla presentan el proyecto expositivo Viajar para pintar, original propuesta que llevará las obras del maestro de la luz a los principales enclaves donde fueron ejecutadas al natural o au plein air. Un merecido homenaje a sus prolíficas campañas estivales, propias del viajero infatigable que Sorolla fue. En colaboración con el Museo San Telmo, el primer destino del proyecto es Viajar para pintar. Sorolla en San Sebastián, ciudad con la que el pintor conformó un binomio indisoluble, ya que encontró en ella el lugar idóneo para evadirse y pintar, sin dejar de disfrutar de un clima fresco y una ajetreada vida social.
A lo largo de más de treinta años (1889 a 1921), el pintor veraneó de manera intermitente en San Sebastián acompañado casi siempre por su familia, su esposa Clotilde y sus hijos María, Joaquín y Elena. Con sus pinturas, captó esta modernidad donostiarra como nadie, a través de su luminosa y vívida paleta, y definió el ideario visual que todavía hoy se vincula a la ciudad.
Podemos establecer dos potentes razones que motivaron la elección de Sorolla por San Sebastián y que estructuran la muestra. La primera de ellas es meramente pictórica; la cambiante luz del Cantábrico. Sorolla realizó un loable ejercicio de introspección al mudar los tonos de su paleta a una gama más suave y matizada, más acorde al cambiante clima del norte peninsular. Reunida por primera vez en el Museo San Telmo, se presenta una cuidada selección de su afamada serie de vistas de El rompeolas, con el monte Ulía, o de paisajes del interior de San Sebastián, principales escenarios que cautivaron al maestro. En segundo lugar, Sorolla encontró en la ciudad el lugar más adecuado en el que pintar sus pequeñas notas de color y así ejercer como el sagaz cronista social que fue a lo largo de toda su carrera. En sus amplias avenidas y en la playa de La Concha se dieron cita tanto la adinerada clientela del pintor, como su nutrido grupo de amigos en un ambiente cosmopolita. Todos ellos seducidos por el nuevo concepto de ocio al aire libre que trajeron los principios higienistas en alza.
Estas notas son los testigos más fieles de sus estancias, y con ellas captó el instante irrepetible de la cotidianidad de la ciudad en el periodo de entre siglos. Concebidas como obras finales en sí mismas, tienen un gran valor por su autenticidad y constituyen la esencia misma de su pintura al ser el medio más directo del que dispuso para captar la realidad."
Acacia Sánchez Domínguez, comisaria de la exposición
El museo ha organizado actividades con las que conocer mejor la exposición y obra de Sorolla
Consulta aquí más detalles sobre las actividades
Las personas con discapacidad visual podrán descargarse en el móvil los textos de la sala adaptados para así poder ver la exposición, gracias a la colaboración de la
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