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La exposición San Sebastian eta fantasma, del artista Oier Iruretagoiena, se enmarca dentro del proyecto Artea abian, de Kutxa Fundazioa y el Museo San Telmo, que da protagonismo a la creación contemporánea.
La exposición se compone, como desde el título se sugiere, de dos partes: un conjunto de obras reunidas en torno a la figura del mártir romano como punto de partida; y “Fantasma”, una intervención sonora que se extiende en el suelo.
San Sebastián ha sido un santo representado muchas veces por el arte.
San Sebastián ha sido un santo representado muchas veces por el arte, y como apunta Carmen Pardo Salgado en el texto de la publicación que acompaña la exposición, “la estetización de la violencia en la presentación del cuerpo del mártir, admite la ambivalencia del sexo, del dolor y de la muerte que atraviesan la mirada del que contempla turbado. El fantasma de San Sebastián —su imagen—, acoge tanto el fervor divino como el deseo y el sueño de hombres y mujeres”. En el caso de las obras que se presentan aquí, interesa destacar la violencia patente en el proceso de maltrato por el que pasan los materiales, testimoniando irónicamente el martirio del santo. Y también se puede intuir ironía tras el hecho de presentar trabajos relacionados con el santo San Sebastián, en la ciudad de San Sebastián.
En el suelo, “Fantasma” se compone de decenas de auriculares que difunden una emisión radiofónica en directo.
En el suelo, “Fantasma” se compone de decenas de auriculares que difunden una emisión radiofónica en directo. Citando de nuevo a Pardo Salgado, “a la dislocación de la voz y el cuerpo que ya supone la escucha de la radio, se suma ahora la imposibilidad de discernir lo que está sonando. El tenue murmullo que baña la sala persiste en la estetización de la violencia (...). No obstante, la estetización que pasa por lo sonoro evidencia más claramente sus heridas y apunta a la imposibilidad de colmar la escucha. Los agujeros de los oídos no serán cubiertos. Ahora sabemos que, si nos pusiéramos los auriculares la potencia sonora nos dañaría los oídos. En su lugar, esta potencia va minando los auriculares lentamente, sometiéndolos al deterioro, al suplicio de la materia.”
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