Hasta el siglo XVI los mismos tipos de cañones que se empleaban en tierra se utilizaban también en la mar, pese a que por su gran peso y movilidad a la hora de disparar suponían un alto riesgo para el barco. Los avances en la navegación y la tecnología permitieron la construcción de naves de mayor eslora y solidez que podían ir fuertemente armadas, algunos buques del siglo XVIII superaron los 100 cañones. Ante esta demanda, la artillería naval también fue evolucionando hacia cañones de menor tamaño y un sistema de cureñas que, debidamente atadas, permitía una menor movilidad en el combate y un uso más seguro. Esto trajo consigo cambios en las tácticas navales, pasado de la práctica del abordaje a los combates a distancia.
Pese a que hasta finales del siglo XVII el cañón de bronce fue considerado como el arma naval por excelencia, la necesidad obligó a dotar a muchos barcos de cañones de hierro fundido bastante más baratos que los de bronce.
En la plataforma del Castillo de La Mota pueden observarse un conjunto de cañones cortos navales de aproximadamente 110 cm de longitud y 13mm de calibre. En el interior de la Casa de la Historia también hay algunos ejemplares, algo más largos, montados sobre cureñas. Son armas de avancarga que disparaban pelotas de hierro.
Hasta el siglo XVI los mismos tipos de cañones que se empleaban en tierra se utilizaban también en la mar, pese a que por su gran peso y movilidad a la hora de disparar suponían un alto riesgo para el barco. Los avances en la navegación y la tecnología permitieron la construcción de naves de mayor eslora y solidez que podían ir fuertemente armadas, algunos buques del siglo XVIII superaron los 100 cañones. Ante esta demanda, la artillería naval también fue evolucionando hacia cañones de menor tamaño y un sistema de cureñas que, debidamente atadas, permitía una menor movilidad en el combate y un uso más seguro. Esto trajo consigo cambios en las tácticas navales, pasado de la práctica del abordaje a los combates a distancia.
Pese a que hasta finales del siglo XVII el cañon de bronce fue considerado como el arma naval por excelencia, la necesidad obligó a dotar a muchos barcos de cañones de hierro fundido bastante más baratos que los de bronce.
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